martes, 23 de marzo de 2010

Miguel Hernández

Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!




EL NIÑO YUNTERO
Carne de yugo, ha nacidomás humillado que bello,con el cuello perseguidopor el yugo para el cuello.Nace, como la herramienta,a los golpes destinado,de una tierra descontentay un insatisfecho arado.Entre estiércol puro y vivode vacas, trae a la vidaun alma color de olivovieja ya y encallecida.Empieza a vivir, y empiezaa morir de punta a puntalevantando la cortezade su madre con la yunta.Empieza a sentir, y sientela vida como una guerra,y a dar fatigosamenteen los huesos de la tierra.Contar sus años no sabe,y ya sabe que el sudores una corona gravede sal para el labrador.Trabaja, y mientras trabajamasculinamente serio,se unge de lluvia y se alhajade carne de cementerio., fuerte,y a fuerza de sol, bruñido,con una ambición de muertedespedaza un pan reñido.Cada nuevo día esmás raíz, menos criatura,que escucha bajo sus piesla voz de la sepultura.Y como raíz se hundeen la tierra lentamentepara que la tierra inundede paz y panes su frente.Me duele este niño hambrientocomo una grandiosa espina,y su vivir cenicientorevuelve mi alma de encina.Lo veo arar los rastrojos,y devorar un mendrugo,y declarar con los ojosque por qué es carne de yugo.Me da su arado en el pecho,y su vida en la garganta,y sufro viendo el barbechotan grande bajo su planta.¿Quién salvará este chiquillomenor que un grano de avena?¿De dónde saldrá el martilloverdugo de esta cadena?Que salga del corazónde los hombre jornaleros,que antes de ser hombres sony han sido niños yunteros.

1 comentario:

Cristina dijo...

Buen trabajo, Marta.